Teletrabajo, de la utopía a la realidad.
El confinamiento para la contención del coronavirus ha conseguido algo que durante muchos años en España se ha visto como una utopía, que ya se llevaba a cabo en muchos países de nuestro entorno, pasando a ser una realidad.
Años tras año, en lo que se refiere a flexibilidad laboral y las nuevas formas de trabajo se menciona el teletrabajo como opción muy valorada por los trabajadores, pero en España no hay esa cultura. Un dato curioso es que sólo el 3% de los trabajadores españoles teletrabajaron en el año 2019 de manera habitual. Con la situación en la que nos hemos encontrado con el Covid-19, han sido muchas las empresas que han optado por que sus trabajadores realicen su trabajo desde casa. Y no sólo ha sido una opción elegida por las grandes multinacionales como Google, Amazon o Facebook, sino que en las pequeñas y medianas empresas.
En realidad, todas las empresas tendrían que contar con un plan de continuidad de negocio, siempre que puedan adaptarse a ello, ya que está claro que la hostelería por ejemplo no sería posible, teniendo así una capacidad de respuesta en casos como éste. Pero todo esto debe ir acompañado de herramientas digitales que garanticen el poder realizar este proceso y que éstas sean seguras, además de que los trabajadores dispongan de los dispositivos necesarios para poder realizar el trabajo.
Está claro que sería engañoso pensar que todas las empresas españolas disponen de este tipo de plan o que sus plantillas tienen los recursos necesarios para realizar su trabajo desde casa con la seguridad necesaria.
Para el primer paso es suficiente que el trabajador tenga ordenador y conexión para que trabajen desde fuera de la oficina. Con estas herramientas digitales, cada vez es más fácil trabajar desde casa y aunque en España era una quimera ver el teletrabajo como algo normalizado, el coronavirus ha obligado a fomentarlo.
En este sentido, el gobierno ultima una norma para regular y fomentar el teletrabajo más allá del coronavirus. En este sentido en declaraciones realizadas por el secretario de Estado para el Empleo, Joaquín Pérez Rey, “hay que dar respuesta a las necesidades que esta crisis ha generado”, asegurando que se está trabajando en un proyecto para regular y fomentarlo más allá de situaciones de urgencia como la pandemia que estamos viviendo.
En definitiva, el coronavirus ha acelerado claramente la implantación del teletrabajo en España, aunque con algunas carencias lógicas por la situación. Tras el confinamiento sería interesante que las empresas se plantearan alternarlo con el trabajo presencial, ya que flexibilizaría y mejoraría en gran medida la conciliación tan deseada entre la vida laboral y familiar.
Pero, hay que tener en cuenta que para que podamos denominarlo no es suficiente con que los trabajadores estén en casa. Las empresas que han podido se han visto avocadas a continuar la actividad enviando a los trabajadores a casa, pero para considerarlo como teletrabajo real se tienen que dar una serie de circunstancias como por ejemplo un marco regulador adecuado, una transformación digital y formación, tanto para los trabajadores como para los empresarios que decidan implementar el teletrabajo en sus empresas.
Desde 2008 se está hablando de la conveniencia de esta forma de trabajo, pero la inseguridad jurídica y la escasez de recursos, a consecuencia de la crisis, hicieron que se postergara las posibles iniciativas de teletrabajo que se plantearon.
Hay que tener en cuenta que España está entre los últimos países en cuanto a la implantación del teletrabajo, no sólo por el desinterés existente hasta el momento por quién tenía que regularlo, también por el inexistente cambio de mentalidad de las empresas, que continúan centradas en la necesidad de control directo al trabajador. Es complicado cambiar de una cultura de “presencialidad” a una cultura de teletrabajo, al empresario le cuesta asumir una situación de trabajo a distancia.
Teniendo en cuenta que esta “presencialidad”, no sabemos si nos dará garantía saludable tras el confinamiento, es muy probable que se pase a un sistema mixto que alternen la asistencia al puesto de trabajo con el telemático, en los casos en los que sea posible; por lo que en el transcurso del tiempo en el que se toman las medidas para la vuelta al trabajo de forma normalizada, tanto trabajadores como empresarios tendrán que valorar las ventajas e inconvenientes del teletrabajo.
En cuanto a las ventajas podemos nombrar de forma generalizada, la mejora de la productividad, mayor conciliación entre vida laboral y familiar, ahorro en los tiempos de desplazamiento, baja el absentismo, mayor motivación o incluso la reducción en la contaminación, ahora que está en alza la preocupación por la sostenibilidad.
Si nos paramos a pensar en los inconvenientes podríamos hablar del aislamiento, mayor gastos en luz, agua,… en la vivienda del trabajador, dificultad para la desconexión del trabajo, muy necesaria para todos, inversiones en instalaciones para la realización del trabajo y peligros en cuanto a la seguridad de datos online. Aunque si nos fijamos en estos inconvenientes la gran mayoría, por no decir todos ellos, no se darían si hubiera la formación los acuerdos y los medios que anteriormente comentaban que son importantes.
Indagando en el Instituto Nacional de Estadística (INE), sólo el 27% de las empresas de nuestro país estaban dispuestas a permitir el teletrabajo, datos anteriores al estado de alarma; y sólo el 15% lo llevaban a cabo de forma real en España, a diferencia de países como Dinamarca o Estados Unidos que en marzo estaban en el 40%.
Hay que tener claro que a partir de la situación que estamos viviendo, el teletrabajo será más frecuente, por lo que considero que es muy posible que haya un cambio de mentalidad importante en este sentido, que ayudará a que evolucionemos a una nueva forma de ver el entorno laboral y su forma de llevarlo a cabo.